La voz latina
ambulare derivó, primero por reducción y luego por sonorización, en nuestro "ANDAR". No obstante son muchos los cultismos que tiene nuestra lengua en los que aparece esta raíz latina.
|
Vagar primaveral, de R. Robert Lewis |
Mantiniendo casi inalterada la forma original tenemos
ambulante, para referirnos a aquel que vaga sin rumbo fijo, o que va cambiando de lugar, por ejemplo la
venta ambulante que se realiza en casi todas partes.
Con la
ambulancia conseguiremos andar hacia el hospital o, incluso, al
ambulatorio, donde recibiremos tratamiento médico pero luego podremos volver a casa porque no requiere internamiento.
Dejando atrás los
preámbulos, que son las introducciones de un texto escrito, o bien los rodeos antes de entrar en asunto (literalmente, lo que decimos "antes de ponernos a andar") que nos lleven a
deambular - esto es, a "andar de un lado a otro sin dirección predeterminada"- en este recorrido, nos fijaremos ahora en dos palabras bastante conocidas: sonámbulo y noctámbulo, que esconden la raíz que estamos tratando.
En efecto, el
sonámbulo no solo "anda en sueños" sino que es capaz de realizar algunos actos como comer, levantarse, hablar, debido a su estado de sonambulismo; Las mismas cosas hace el
noctámbulo que "anda por la noche" y también puede realizar una serie de actividades. En algunos casos, de hecho, resulta difícil distinguir al sonámbulo y al noctámbulo dado que el estado de vigía, despierto que se le presupone al noctámbulo a diferencia del noctámbulo no siempre está bien definido.
Por último, está claro que con un vocabulario amplio nos sentiremos seguros y no nos sentiremos en la cuerda floja como le sucede al
funambulista, que es el artista circense que anda sobre el alambre.