Un año más, estemos en el nivel que estemos, tarde o temprano tocará enfrentarse al repaso de las categorías gramaticales. ¿Cómo evitar el abucheo generalizado del alumnado? Las protestas, los bostezos.... ¿hay alguna forma de hacer este trance llevadero y, sobre todo, útil? Lo ignoro, pero este año voy a intentarlo recurriendo a un clásico, a don Benito Pérez Galdós, insigne figura de las letras realistas españolas y que dedicó uno de sus cuentos, precisamente, a las palabras.
Quizás conozcas ese texto: se trata de "
La conjuración de las palabras". Puede llevarse a clase el texto completo o limitarse a fragmentos. Yo, en este caso, me limitaré a la parte del texto en el que presenta el desfile de palabras que muestra, clarísimamente, la subordinación e interactuación de las palabras en nuestra lengua.
Delante marchaban unos heraldos llamados Artículos, vestidos con magníficas cotas de finísimo acero: no llevaban armas, y sí los escudos de sus señores los
Sustantivos, que venían un poco más atrás. Éstos, en número casi infinito, eran tan
vistosos y gallardos que daba gozo verlos. Unos llevaban resplandecientes armas del más
puro metal, y cascos en cuya cimera ondeaban plumas y festones; otros vestían lorigas
de cuero finísimo, recamadas de oro y plata; otros cubrían sus cuerpos con luengos trajes
talares, a modo de senadores venecianos. Aquéllos montaban poderosos potros
ricamente enjaezados, y otros iban a pie. Algunos parecían menos ricos y lujosos que los
demás; y aun puede asegurarse que había bastantes pobremente vestidos, si bien éstos
eran poco vistos, porque el brillo y elegancia de los otros, como que les ocultaba y
obscurecía. Junto a los Sustantivos marchaban los Pronombres, que iban a pie y delante,
llevando la brida de los caballos, o detrás, sosteniendo la cola del vestido de sus amos, ya
guiándoles a guisa de lazarillos, ya dándoles el brazo para sostén de sus flacos cuerpos,
porque, sea dicho de paso, también había Sustantivos muy valetudinarios y decrépitos, y
algunos parecían próximos a morir. También se veían no pocos Pronombres
representando a sus amos, que se quedaron en cama por enfermos o perezosos, y estos
Pronombres formaban en la línea de los Sustantivos como si de tales hubieran categoría.
No es necesario decir que los había de ambos sexos; y las damas cabalgaban con igual
donaire que los hombres, y aun esgrimían las armas con tanto desenfado como ellos.
Detrás venían los Adjetivos, todos a pie; y eran como servidores o satélites de los Sustantivos, porque formaban al lado de ellos, atendiendo a sus órdenes para obedecerlas. Era cosa sabida que ningún caballero Sustantivo podía hacer cosa derecha sin el auxilio, de un buen escudero de la honrada familia de los Adjetivos; pero éstos, a pesar de la fuerza y significación que prestaban a sus amos, no valían solos ni un ardite, y se aniquilaban completamente en cuanto quedaban solos. […]
Como a diez varas de distancia venían los Verbos, que eran unos señores de lo más extraño y maravilloso que puede concebir la fantasía.
No es posible decir su sexo, ni medir su estatura, ni pintar sus facciones, ni contar su edad, ni describirlos con precisión y exactitud. Basta saber que se movían mucho y a todos lados, y tan pronto iban hacia atrás como hacia delante, y se juntaban dos para andar emparejados. Lo cierto del caso[…]es que sin los tales personajes no se hacía cosa a derechas en aquella República, y, si bien los Sustantivos eran muy útiles, no podían hacer nada por sí, y eran como instrumentos ciegos cuando algún señor Verbo no los dirigía. Tras éstos venían los Adverbios, que tenían cataduras de pinches de cocina; como que su oficio era prepararles la comida a los Verbos y servirles en todo. Es fama que eran parientes de los Adjetivos, como lo acreditaban viejísimos pergaminos genealógicos, y aun había Adjetivos que desempeñaban en comisión la plaza de Adverbios, para lo cual bastaba ponerles una cola o falda que, decía: mente.
Las Preposiciones, eran enanas; y más, que personas parecían cosas, moviéndose iban junto a los Sustantivos para llevar recado a algún Verbo, o viceversa. Las Conjunciones andaban por todos lados metiendo bulla; y una de ellas especialmente, llamada que, era el mismo enemigo y a todos los tenía revueltos y alborotados, porque indisponía a un señor Sustantivo con un señor Verbo, y a veces trastornaba lo que éste decía, variando completamente el sentido. […]
Una vez que hayan leído el texto, individualmente o en grupo deberán reflexionar sobre qué relaciones se establecen entre las palabras (dependencia, subordinación, "liderazgo"...). A partir de ahí sería interesante que fabricasen su propia metáfora que explique el funcionamiento de las palabras en nuestro idioma. Si, además, son capaces de redactar una narración tomando la de Galdós como ejemplo... la actividad habrá tenido un éxito enorme.
Se puede también presentar el texto completo acompañado de esta selección de preguntas
a) ¿Con qué se compara la organización de las palabras?
b) ¿Estás de acuerdo con esta alegoría?
c) ¿Cómo se "traduce" esta alegoría en la estructura organizativa de la lengua?
d) ¿Cómo relacionas este texto con la historia del léxico español?
e) ¿Eres capaz de encontrar otra metáfora para explicar la organización de las palabras en castellano?