lunes, 6 de abril de 2015

10 bulos sobre la lengua que debemos desterrar (con la ayuda de la Fundéu)

Copiamos en esta entrada una lista a cargo de la Fundeu que recoge  algunos de los "bulos lingüísticos", que más difundidos están o, al menos, a los que más frecuentemente nos enfrentamos en nuestro servicio de consultas esperando que, como siempre, esta entrada te ayude a expresarte mejor, sea por escrito u oralmente.



 Las letras mayúsculas se acentúan de acuerdo con las mismas reglas que las minúsculas. De hecho, la Academia nunca estableció una normativa paralela para este tipo de letra; lo que sucedía era que, en las antiguas imprentas y en las primeras máquinas de escribir, resultaba técnicamente más complicado, y a veces directamente imposible, tildarlas. Pero hoy en día, con los medios de
composición actuales, no hay excusa para no hacerlo.






 Es una consulta que muy frecuentemente recibimos en la Fundéu: ¿podemos utilizar las palabras que no figuran en el Diccionario? La respuesta es sí, un rotundo sí. Que una palabra no figure en el Diccionario no significa que necesariamente sea incorrecta; desafortunadamente, por ejemplo, no está recogida y no por ello es incorrecta. Ningún diccionario tiene todas las palabras de una lengua: en estas obras no están todos los derivados que es posible crear a partir de una voz, no recogen jerga especializada ni léxico dialectal, etc.



 Las redundancias son siempre incorrectas Esta afirmación tampoco puede sostenerse: las redundancias son solo eso, redundancias, repeticiones de una información en un mensaje. En la comunicación cotidiana hay muchas situaciones en las que estas repeticiones no solo no son incorrectas, sino que son necesarias: cuando queremos ser enfáticos o irónicos, cuando deliberadamente queremos exagerar algo, cuando pretendemos cerciorarnos de que nuestro interlocutor nos está entendiendo, etc.



Esta aseveración ha corrido como la pólvora, sobre todo en internet y normalmente vinculada al femenino "presidenta", que muchos juzgan incorrecto. La Gramática recoge femeninos formados sobre este prefijo desde hace siglos: presidenta, regenta, tenienta o sirvienta figuraban ya en el
Diccionario de 1803, infanta está registrado desde 1604, etc. En rigor, el único cambio que han sufrido algunas de estas voces es que han pasado de significar ‘mujer del teniente/regente’, etc., a designar también ‘a la mujer que preside’, ‘que regenta un establecimiento’, etc.







  Del mismo modo que que una palabra no esté en el Diccionario no implica que sea necesariamente incorrecta, que figure en él tampoco la hace ni válida ni adecuada para cualquier momento o situación. Es cierto que si uno acude al Diccionario académico encuentra recogida la forma
almóndiga, pero si lee bien lo que esta obra dice de ella, verá que aparece la nota u. c. vulg. que significa ‘utilizada como vulgar’, esto es, que es un vulgarismo que conviene evitar en una expresión cuidada.





 Muchas personas tienen la idea de que decir vaso de agua, de sidra, de leche es incorrecto porque creen que con ello se afirma que los vasos están hechos de agua, de sidra o de leche y todos sabemos que no es así. Es cierto que la preposición de sirve para indicar la materia de la que está hecho algo: plato de porcelana, vestido de seda, etc., pero esta preposición es muy rentable en nuestra lengua y tiene muchas más acepciones: denota posesión (la casa de mis padres), origen (vengo de casa), asunto o materia (libro de matemáticas), causa (murió de hambre) y entre todos estos significados también se encuentra el de indicar el contenido de algo, que es la acepción que se aplica en secuencias como plato de sopa o vaso de agua.







Muchos hablantes creen que la forma "manda huevos" es incorrecta y que lo adecuado es "manda uebos", forma que deriva del latín opus y que significa ‘por necesidad’, pero esta voz es un arcaísmo que apenas se usa en la actualidad. Algunas obras, como el Diccionario del español actual, de Seco, Andrés y Ramos, ya recogen la expresión manda huevos, con el sentido con el que suele emplearse y, por tanto, aunque malsonante, no puede considerarse incorrecta. La homofonía con la antigua forma latina es mera coincidencia.




Es otra de las consultas que frecuentemente recibimos en la Fundéu; hay quienes creen que el hecho de que dos preposiciones queden juntas en una frase hace que esta sea incorrecta y, por ello, nos piden una redacción alternativa. Sin embargo, secuencias como ir a por agua, el aforo es de entre… o los deberes del hombre para con…, en las que a y por, de y entre y para y con quedan juntas, no tienen nada de incorrecto.








Esta afirmación, que todos aprendimos desde bien pequeños en el colegio, debe ser matizada. En nuestra lengua tenemos incorporadas muchas voces, de uso frecuente, en las que no puede decirse que la hache sea muda: conservamos la aspiración de la hache como rasgo dialectal en grandes zonas de España y de América, y en algunos extranjerismos que empleamos regularmente y que proceden del alemán, del inglés o del árabe : hámster, hachís, Hawái, Hegel, etc.





En muchos manuales de redacción se pueden leer recomendaciones tales como que el gerundio es un tiempo complicado de utilizar y que, para evitar confusiones, lo mejor es prescindir de él. El gerundio no es, per se, un tiempo difícil ni incorrecto, pero sí hay que prestar atención a los llamados gerundios de posterioridad: en frases como «Estudió en Madrid, yendo después a Buenos Aires» la acción que expresa el gerundio es posterior a la que expresa el verbo principal y sin conexión directa, lo que es inadecuado. Sin embargo, cuanto más simultáneas son las dos acciones nombradas, más apropiado es el uso del gerundio: «La lanzó contra la pared, haciéndola añicos»; en este tipo de frases a veces también se puede apreciar un sentido causal, consecutivo o concesivo.

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