miércoles, 9 de septiembre de 2015

Educar, de Gabriel Celaya

Tenemos ante nosotros un nuevo curso y, muchas veces, el papeleo, la burocracia, la rutina, la violencia en las aulas, el ritmo de trabajo nos hacen olvidar qué somos y para quién trabajamos.
Por eso el poema de este mes es más que un poema: es un recordatorio y un reconstituyente para los días que nos venimos abajo.
 
¡Buen trabajo a todos los profesores! Pensad que los frutos que nos da nuestra profesión no son comparables a los de otros oficios.
 
 
Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca
hay que medir, pesar, equilibrar...
... y poner todo en marcha.
 
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino, un poco de pirata...
un poco de poeta...
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
 
Pero es consolador soñar mientras uno trabaja,
que esa barca, ese niño,
irá muy lejos por el agua.
 
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia pueblos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada
 
 

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