Empezamos el año generosos, no con una, sino con dos palabras que remiten a la política y que, en tiempos convulsos como estos hacen pensar de nuevo en el tópico de "cualquier tiempo pasado fue mejor".
Debajo de "candidato" se esconde "cándido" que sugiere la idea de candor, inocencia, sinceridad que sigue teniendo en la actualidad. Pero si seguimos arañando y buceando en el pasado de cándido llegaríamos a que en latín significaba "blanco" y de este color debía ser la túnica con que se presentaría el aspirante a un cargo público, al que, además, se le presuponía una conciencia inmaculada, impoluta, "cándida", a fin de cuentas. Muchos de los que hoy presentan su candidatura a un puesto probablemente no se ajustarían a los requisitos antiguos.
Curiosa es también la evolución de "ministro" que, si bien hoy en día representa el segundo puesto en el escalafón político por debajo del presidente, basta con contemplar un poco la palabra para darse cuenta de que en su formación interviene la partícula "min-" (mínimo, menos, menor), pues en la Antigua Roma quien tenía el máximo poder era el Magistrado (en cuya formación se aprecia claramente el elemento "magis> mayor" ayudado por sus "ministros" (más pequeños, en categoría, que los magistrados) que desempeñaban funciones de ayudantes, servidores del alto funcionario.
Y no voy a hacer comentarios sobre en qué se han convertido estas dos palabras...pero seguro que a vosotros se os ocurre alguno.
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