Tenemos ante nosotros un nuevo curso y, muchas veces, el papeleo, la burocracia, la rutina, la violencia en las aulas, el ritmo de trabajo nos hacen olvidar qué somos y para quién trabajamos.
Por eso el poema de este mes es más que un poema: es un recordatorio y un reconstituyente para los días que nos venimos abajo.
¡Buen trabajo a todos los profesores! Pensad que los frutos que nos da nuestra profesión no son comparables a los de otros oficios.
Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca
hay que medir, pesar, equilibrar...
... y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino, un poco de pirata...
un poco de poeta...
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar mientras uno trabaja,
que esa barca, ese niño,
irá muy lejos por el agua.
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