jueves, 31 de octubre de 2013

¡Qué bodrio!

¡Menudo bodrio! ¡Cuántas veces habremos usado esta expresión para referirnos a algo que nos disgusta (un libro, un espectáculo, un cuadro...)!Lo que quizás muchos no sabemos es el origen de esta palabra.

El bodrio, y, más concretamente, el bodrio negro,  constituía, como nos indica Juana Trujillo en su blog "directo al paladar" el menú básico de la dieta espartana, y consistía en un ragú líquido hecho de grasa, carne, sangre y vinagre. Apetecible no parece, pero cuando el hambre aprieta..., ¡a comer!

En la Edad Media bodrio pasó a ser la palabra con la que se designaba, en general, a la sopa hecha para un grupo grande de comensales, más líquida que sólida, y hecha con sobras (había, pues, bodrio de carne, de pescado...); a veces también designaba salsas (bodrio de almendra o bodrio de carne picada).

Han pasado los siglos y hoy en día, como indicábamos al principio, el significado más extendido de bodrio es, según la RAE, "cosa mal hecha, desordenada o de mal gusto". Es curioso que esta cuarta acepción haya desplazado a las otras tres que están más en sintonía con los significados más antiguos a los que hemos aludido anteriormente (1. caldo con algunas sobras de sopa, mendrugos, verduras y legumbres que de ordinario se daba a los pobres en las porterías de algunos conventos. 2- Guiso mal aderezado. 3. Sangre de cerdo mezclada con cebolla para embutir morcilla). 



¡Quién sabe! A lo mejor ahora que empieza el frío no le digas que no a un bodrio.




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