domingo, 7 de julio de 2013

El lenguaje del abanico

A estas alturas del verano  terrazas, bancos y espectáculos se vuelven a llenar del sonido (¿ruido?) de las varillas del abanico desplegándose y doblándose tras un enérgico toque de muñeca mientras corremos el riesgo de sufrir una luxación de muñeca sacudiendo el instrumento arriba y abajo intentando combatir este calor asfixiante. El problema, además de la posible dislocación es que, en nuestra ignorancia, estemos transmitiendo un mensaje cifrado a alguno de los pocos iniciados en el lenguaje del abanico y que, sin pretenderlo siquiera, nos veamos inmerso en una relación de amor-odio-venganza-conspiración, pues son muchos los mensajes que se pueden transmitir de esta forma.


Frederic Soulacroix, Flirteo
Este código se populariza en España a finales del siglo XIX. A partir de la inclinación del abanico podía equivaler a una especie de "código Morse" reproduciendo las letras una a una: pero más rápido era retransmitir una serie de posiciones del abanico, conocidas por toda la sociedad galante de la época, en la que gracias a la colocación y la apertura del abanico las damas, recatadas y discretas ellas, podían asentir o rechazar las propuestas hechas por el galán de turno.





Hamilton Hamilton, Mujer con abanico



¿Que la damisela tenía sus dudas sobre las pretensiones? bastaba con mostrar cerrado el abanico al pretendiente; ¿que no le convencía? con dejarlo apoyado en su oreja izquierda se supone que conseguía disuadir al enamorado. Eso sí, había que ser muy precisos porque así como colocar el abanico sobre la mejilla derecha significaba "sí", sobre la otra mejilla significaba "no", así que a saber cuántos amores no han cuajado por problemas de lateralidad.




El mensaje que se quería transmitir podía ser complejísimo. Una sucesión como colocarlo abierto, tapando la boca:, seguido de  sostener el abanico con la mano derecha delante del rostro , y por último apoyar el abanico en los labios equivalía a "estoy sola", "sígame", "béseme"bésame. estoy sola.





En el siguiente enlace, además de una breve historia del abanico, podrás aprender a reproducir varios de estos mensajes; ahora bien, toca encontrar a un receptor que también conozca este lenguaje para que el proceso de comunicación sea completo.

Stebbing, Coqueta.

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